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Alí

Para Abu que siempre pensó en nosotros, ahora nos toca pensar en ti.



"Yo fui el Elvis del boxeo, el Tarzán del boxeo, el Superman del boxeo, el Drácula del boxeo. El gran mito del boxeo". “Vuela como una mariposa y pega como abeja”; "Es solo un trabajo. La hierba crece, los pájaros vuelan, las olas acarician la arena... Yo me peleo en un ring". "Al golf también soy el mejor. El problema es que todavía no he jugado". "Odié cada minuto de entrenamiento, pero no paraba de repetirme: 'No renuncies, sufre ahora y vive el resto de tu vida como un campeón". "Soy el más grande. Me lo dije incluso a mí mismo cuando no sabía que lo era." Pero de todas sus frases, me quedo con ésta "No voy a recorrer 10.000 kilómetros para ayudar a asesinar a un país pobre simplemente para continuar la dominación de los blancos contra los esclavos negros".

Muhammad Ali nació en Louisville, el 17 de enero de 1942. Creció dentro de una familia conformada por cinco hermanos(cuatro hombres, una mujer y él). A los doce años comenzó a adentrarse en el mundo del boxeo, donde se desempeñaría por los siguientes 28 años, y lo haría como nadie más en la historia.

Ali era una persona de raza negra. Esto causó que su crecimiento y desarrollo fuera complicado, pues Estados Unidos sufría de una discriminación racial muy fuerte(no es que ahora no lo haga, pero antes era lo normal), por lo que la sociedad se encontraba dividida, y el lado perdedor, claramente era el de los afroamericanos. Esta condición social fue generando un malestar e inconformidad en el boxeador, quien crecía dentro del boxeo amateur, a tal grado que participó en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960 y ganó la medalla de oro, compartiendo el podio con los representantes de Rusia y Polonia. Al regresar, Ali cuenta en una entrevista con la BBC cómo es que, a pesar de haber obtenido tan grande triunfo en nombre de los Estados Unidos, su país aún no era capaz de aceptarlo y le eran privados ciertos bienes y servicios debido a su color de piel. Fue este hecho el que causó en Mohammad un resentimiento hacia su país, que cada vez fue creciendo más.

El boxeador se volvió a la religión del Islam, hecho que determinaría muchas de sus futuras acciones.

A sus 22 años Ali, en ese entonces llamado Cassius Clay, tuvo su primer enfrentamiento por el campeonato del mundo. Su pelea fue contra Sonny Liston, en Miami. Las casas de apuestas daban a Liston como el ganador seguro, las apuestas se encontraban 7:1 en contra de Ali. A pesar de ello, Ali, en un tono altanero y bastante seguro de sí, afirmó en repetidas ocasiones que vencería a Liston. El enfrentamiento duró seis asaltos, mismos en los cuales Cassius Clay dominó de principio a fin, terminando por derrotar a Liston cuando él se rehusó a levantarse de su banquillo a pelear el séptimo asalto. Clay se convertía en el campeón mundial de boxeo peso completo.

Al terminar el enfrentamiento, frente a los micrófonos, Clay declaró: “Acabo de vencer a Sony Liston, no tengo una marca en mi cara y tengo apenas 22, debo ser el más grande.” Afirmación por la cual se guiaría el resto de sus días.

Al día siguiente a su enfrentamiento, Cassius Clay informó que se cambiaría el nombre de manera definitiva a Muhammad Ali. El motivo de este cambio fue que, al revisar su árbol genealógico, se dio cuenta que su tatarabuelo se llamaba Cassius Marcelus Clay porque era el esclavo de un señor de tierras de Kentucky llamado Marcelus Clay, por tanto, al ser esclavo, le tocaba portar el nombre de su amo. Ali decidió que no querría portar un nombre de esclavo, y por ello eligió un nombre que iría de acuerdo a sus creencias e ideales.

Este cambio de nombre causó un revuelo muy grande en el mundo deportivo, el cual continuó llamándolo Cassius Clay por mucho tiempo. Esto cambió, principalmente, en una pelea por la defensa de su título con Ernie Terrell, quien se obstinaba en llamarlo Cassius Clay. En dicho enfrentamiento Ali hizo que la pelea continuara y no noqueaba a su contrincante para infringirle más dolor round tras round, y al terminar un round en el que le aplicó un castigo brutal, lo volteó a ver y le gritó “What´s my name?” (“¿Cuál es mi nombre?”).

En 1967, tras derrotar a Terrell, Ali tuvo un enfrentamiento más contra Zora Folley, al cual venció sin inconvenientes. Poco después Ali fue convocado al ejército estadounidense para pelear por su país en la guerra contra Vietnam. Ali se rehusó a participar en ella. Esta postura fue motivo de muchas cejas fruncidas y molestias por parte de los estadounidenses, quienes no entendían por qué lo hacía e incluso lo llamaban “antipatriota”. Ali se mantuvo firme en su postura y tuvo que enfrentarse a un tribunal de justicia. El argumento que presentó fue que sus principios religiosos no le permitían ir a la guerra, mismo que no fue suficiente para el sistema de justicia de Estados Unidos, el cual lo declaro culpable y lo sentenció a una condena de cinco años en prisión con una fianza de $10,000. A pesar de ello, los abogados de Ali apelaron por él y la sentencia le fue retirada, pero el comité de boxeo le retiró su licencia de boxeo al igual que su título de campeón del mundo.

Ali dejó su más grande reconocimiento y el papel que le permitía ejercer su profesión, por sus ideales.

En los años siguientes se presentó a diversos foros y entrevistas en las que le cuestionaban sus motivos por haberse negado a participar en la guerra contra Vietnam, a lo que Ali respondió “No tengo algo en contra del Vietcong, no tengo ningún problema con ellos, ninguno de ellos me ha llamado negro. Mi conciencia no me deja ir a dispararle a personas pobres en el lodo por el gran poderoso Estados Unidos, ¿Y dispararles por qué? Ellos nunca me llamaron negro, nunca me lincharon, nunca lanzaron perros a mí, nunca me robaron mi nacionalidad. ¿Dispararles por qué? No quiero dispararle a esas pobres personas negras, esos bebés, niños y mujeres. ¿Cómo puedo dispararles? ¡Sólo llévenme a la cárcel!”

Ali se sentía rechazado en su propio país, donde los locales habían insultado, hecho daño y faltado al respeto tanto a él como a su gente. ¿Por qué arriesgar la vida contra personas que no le habían hecho nada malo por personas que sí lo habían hecho?.

Tres años y medio después, ganó una apelación ante una corte federal de Estados Unidos y le fue otorgada nuevamente la licencia. Tras esto se puso a pelear de regreso y recuperó su título de campeón del mundo en un enfrentamiento ante Joe Fraizier en 1974.

Los años que siguieron, Ali siguió peleando y engrandeciendo cada vez más su legado como boxeador hasta que se convirtió sin lugar a dudas en el mejor pugilista peso completo de la historia.

Al día de hoy, cualquier deportista que aspira a la grandeza, espera ocupar un asiento en la misma mesa que Ali, pues saben que es la más exclusiva que hay en el mundo del deporte, una en que no sólo con ser el mejor basta, sino que se debe ser el mejor de la historia, sin debates, durante el tiempo activo del deportista. Por ello es que muy pocos han ocupado un lugar junto a Mohammad.

Muchas veces se refiere al deporte y todo lo que está relacionado a éste, como pan y circo. Es fácil entender el porqué de esta frase. El deporte es un distractor de las culturas, hace que las personas se olviden de los problemas reales y utilicen su cerebro en gastar dinero y energía en apoyar a una persona, equipo o escudo en sus diferentes competencias y pruebas. Aleja la realidad del mundo y nos presenta escenarios agradables a la vista. Es perfecto para separar a las personas de la cultura y política.

Mohammad Ali formó parte del circo, y no sólo eso, sino que fue la atracción principal, el mejor. Y sabiéndose como el rey, tomó su posición como objetivo de los reflectores y utilizó su lugar para hacer un cambio que ocurrió fuera del circo, o en su caso, los cuadriláteros; mismo que fue mucho más grande y relevante que cualquier otro que pudiese haber logrado dentro del boxeo. Dejó de lado su estabilidad económica y la aprobación de los estadounidenses por sus creencias. Antepuso la moral y lo correcto, al deporte, es decir, a lo que pensábamos era su vida.

Ali fue un deportista único, él tomó su espacio frente a un micrófono y no lo desperdicio en hablar de trivialidades, sino que siempre dijo la verdad y lo que creía. Fue un personaje deportivo que escribió un poema sobre el racismo y lo recitó en cadena nacional. Él prefirió llamar a los africanos sus hermanos, antes que a los propios, y no temió a rechazar a la nación que le dio la vida, pues entendía que patria no es la tierra en que se nace, sino aquella que te acepta y da la mano para crecer. Alí le dio la espalda al país que se la dio antes, y no temió en algún momento a las consecuencias que sus actos y palabras le conllevarían. La coherencia fue su bandera, y lo correcto, su estandarte. Elevó el concepto de deportista, y nos hizo ver que el gladiador del circo romano también puede tener voz en el senado. La voz del deportista es privilegiada, y con ella se pueden hacer resonar mensajes alrededor del mundo.

Mohammad Ali es el mejor boxeador de la historia, pero, de manera integral, no temo decir que ha sido el mejor deportista de la historia. Lo que logró en el cuadrilátero dejó una huella permanente en el deporte, pero fuera de él, marcó a la humanidad. Muchas veces el circo hace mucho más que entretener. Ojalá siempre sea así, ojalá cada vez haya más como Alí.

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