Cumplimos ya un mes desde que casi todos los deportes profesionales fueron suspendidos y de que las actividades deportivas fueron restringidas para la población mundial. Llevamos ya un mes sin poder ver un partido o competencia en vivo y no nos queda más que conformarnos con repeticiones de justas históricas, revivir partidos importantes como si los estuviéramos viendo por primera vez y no conociéramos el marcador final, hacer análisis de videos de nuestro deporte favorito, hacer alguna serie de ejercicios en casa o simplemente ver, innecesariamente, a muchos de nuestros contactos de redes sociales realizando series de ejercicios desde la comodidad de sus salas.
El deporte sigue, ese nunca desaparecerá. Sin embargo, hay algo que nos falta que va más allá de la posibilidad de realizar nuestras rutinas de ejercicio como acostumbrábamos o estar siguiendo por televisión el desenlace de la temporada regular de la NBA o de nuestra liga de futbol nacional (que sí, incluso en estos momentos se extraña), el desarrollo de la Champions League o las últimas eliminatorias y clasificatorios para los Juegos Olímpicos de Tokio.
Las televisoras han perdido dinero, a los comentaristas deportivos no les queda más que comentar partidos de videojuegos y a nosotros solo podemos seguir esperando el momento de volver a gritar a un jugador que vemos a través de la televisión y que no nos está escuchando, ponernos nerviosos al oír el pistolazo inicial y dejarnos llevar por lo que nos tiene tan apasionados.
El deporte no solo es un instrumento para mejorar la calidad de vida de una persona en cuanto a su salud, sino que también es una herramienta para promover vínculos entre las personas, desarrollar el carácter personal, promover valores y principios esenciales para la sociedad y, desde una perspectiva general, un instrumento para el desarrollo individual, social, estatal y nacional.
Irina Bokova, ex Directora General de la UNESCO lo define como “una pasión compartida por mujeres y hombres de todo el mundo. Es un factor del bienestar físico y el empoderamiento social. Es una herramienta para la igualdad, especialmente la igualdad de género, para la inclusión de todos, especialmente los más desfavorecidos.”[1]
El deporte es una actividad física que se ha convertido en pasión compartida de diferentes personas que ya sea lo practiquen, o únicamente sean espectadores de él y que, debido a su alta importancia, es un factor de cambio en la sociedad.
Dejemos de lado las definiciones literales o la importancia que tiene el deporte para una colectividad. Hoy en día no lo extrañamos por ser un instrumento de cambio en la sociedad, por practicarlo constantemente, seguir un deporte o a un deportista en específico o estar relacionados laboralmente a uno o varios de ellos. Lo echamos de menos. para muchos, es algo que se ha convertido en parte de nuestra vida desde hace muchos años.
Ha sido por medio del deporte que varios de nosotros nos hemos formado, aprendido y conocido personas, lugares y a nosotros mismos. Ha sido por medio del deporte que somos quienes somos.
A través del deporte se aprende lo que es la puntualidad, cuando cada minuto de retardo en un entrenamiento se convierte en un minuto de realizar determinado ejercicio. Se aprende a no menospreciar a alguien cuando el corredor que ni siquiera estabas mirando te pasa antes de llegar a la meta. Se aprende a no tener demasiada confianza cuando en tan solo 4 minutos del final, el equipo contrario le da vuelta a la ventaja de 2-1 que llevabas sobre ellos. Se demuestra lo que es el compromiso, cuando a lo largo de tu etapa deportiva escolar no te pierdes más que un entrenamiento. Se demuestra lo que es la confianza cuando motivas a tu compañera a que tome ese último tiro. Se entiende lo que es la frustración, cuando por más terapias que llevas, tu pantorrilla no ha terminado de sanar. Se entiende lo que es la soledad cuando te encuentras parada bajo el travesaño esperando el tiro penal. Se entiende lo que es la tristeza cuando te das cuenta de que fue la última vez que representante esos colores o la bandera nacional.
El deporte es lo que le da sentido a la vida. Eduardo Galeano afirmó en su momento que “Se sospecha que el sol es una pelota encendida, que durante el día trabaja y durante la noche brinca allá en el cielo mientras la luna trabaja… aunque la ciencia duda al respecto. En cambio, está probado, y aprobado con toda certeza, que el mundo gira entorno a la pelota que gira”[2]. Sin embargo, yo cambio la palabra de “pelota” por “deporte”. El mundo gira, en parte, entorno al deporte.
En nuestro grupo social siempre está presente ese amigo que es abogado, pero es un verdadero apasionado al fútbol y cada sábado en la mañana se despierta para ver la Premier League. Esa amiga futbolista que, de no ser por los estereotipos sociales, actualmente sería profesional. El amigo que asegura haber tenido el mismo potencial que Roger Federer pero que su lesión de la rodilla le impidió seguir, etc.
Seguimos al deporte, lo practicamos, lo vemos y lo apoyamos; en ocasiones nuestro estado de ánimo depende directamente del resultado de esa carrera o de esa competencia; nuestros planes sociales dependen de la hora a la que se transmitirán eventos deportivos por la televisión, e incluso días en los que el tráfico en una zona de la ciudad depende de si hay partido o no.
Dependemos del deporte, pero ahora nos hace falta. Nos hace falta un elemento en la vida que nos mantenga activos e interesados por leer las noticias. Nos hace falta el deporte, pero la pasión nunca hará falta.
[1] Mensaje de Irina Bekova para celebrar el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz, 6 de abril de 2017 http://unesdoc.unesco.org/images/0024/002478/247811e.pdf [2] GALEANO, Eduardo, Futbol a Sol y Sombra
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